Ser ligero es una manera de respetar el paisaje y el medio ambiente. Una arquitectura que se posa en el suelo casi sin alterarlo requiere menos materia, energía y tiempo en su fabricación y transporte. Un objeto que no pretende el artificio de confundirse con el paisaje, sino que revela su carácter humano (por tanto artificial) y que, con naturalidad, expresa su vocación de “bella máquina para mirar el horizonte”.

La vivienda se realizó en cuatro meses, en plena pandemia, para permitir al cliente disfrutar urgentemente de un amplio paisaje natural con vistas al horizonte. Esta es una formidable ventaja que, tras la COVID, se aprecia más que nunca (el espacio exterior y disminuir el tiempo necesario para disfrutarlo).

Debido a su ligereza, fue fácil elevarla del suelo para conseguir estas vistas sin que la inevitable valla de tu propio jardín impidiera la visión de ese horizonte.

Tenerla terminada en tiempo reducido, con mayor precisión y calidad constructiva que la de una vivienda tradicional sólo fue posible gracias a la magia y a la Fuerza de la arquitectura industrializada modular.

El diseño platea una cómoda vivienda compacta, saludable y sostenible, distribuida en una sola planta, articulada en dos volúmenes desplazados, uno con las zonas de día y otro con las de noche, entre los que se disponen las circulaciones. Un generoso porche mirando al sur, con un gran alero ligero, diseñado para proteger la gran cristalera del salón y la cocina de la incidencia solar en verano y dimensionado para permitirla en invierno. Una casa bien aislada, con fachadas industrializadas de mayores prestaciones que las tradicionales.