Viviendas Ramón y Cajal

VIVIENDAS RAMÓN Y CAJAL

CONCURSO: PRIMER PREMIO
SITUACIÓN: Av. Ramón y Cajal, Sevilla
SUPERFICIE CONSTRUIDA: 14.686 m2
PRESUPUESTO: 7.868.840 euros
CLIENTE: AEDAS Homes
ARQUITECTOS: Hombre de Piedra, EAS, Aybar-Mateos

EDIFICIO RAMÓN Y CAJAL DE SEVILLA: ABRIR EL ESPACIO
La calidad arquitectónica y urbana de una ciudad viene marcada en gran medida por la calidad de sus viviendas, pues son los espacios donde pasamos más tiempo, especialmente tras la Covid-19.
El edificio Ramón y Cajal en Sevilla tiene las cualidades que se deben exigir ahora a la arquitectura residencial de calidad: espacio, luz, ventilación y vistas, modulando el necesario contacto con el exterior. También es una referencia de lo que se puede hacer con las cenizas de la anterior crisis para mejorar nuestras ciudades.
La historia de este edificio es larga, pero se puede resumir diciendo que un proyecto comprometido con la ciudad que rehabilitaba un antiguo y céntrico solar degradado, cuyo diseño integraba un edificio de oficinas con una gasolinera urbana, estaba en proceso de construcción cuando la crisis lo dejó inconcluso en fase de estructura en el año 2009.
Diseñado originalmente por Arquitectos Hombre de Piedra, integraba la marquesina de la gasolinera como un espectacular volumen en vuelo del propio edificio de oficinas. Se creaba así un conjunto coherente y un hito que configuraría una futurista puerta urbana al barrio del Plantinar.
Durante más de ocho años, el edificio en estructura y en una da las principales avenidas de Sevilla, se convirtió en una llamativa cicatriz urbana. Un triste recordatorio de los estragos de la crisis. Finalmente, la promotora AEDAS Homes adquirió el inmueble y seleccionó mediante concurso la propuesta del equipo de arquitectos integrado por EAS (Enrique Álvarez-Sala), AybarMateos (Juan José Mateos y Camila Aybar) y los proyectistas del edificio original Arquitectos Hombre de Piedra (Juan Manuel Rojas y Laura Domínguez). En este proyecto, el aprovechamiento adecuado de las preexistencias se convierte en la oportunidad para proponer un tipo singular de vivienda que explora el significado actual de la calidad arquitectónica residencial.
Desde el punto de vista urbano, asume la integración de la gasolinera ya contemplada en proyecto original de oficinas. Las terrazas y voladizos de las fachadas norte y sur recogen las líneas horizontales de la marquesina de la gasolinera dando continuidad a sus volúmenes. Las fachadas de las tres primeras plantas conforman un basamento atirantado por la gasolinera a diferencia de los cuerpos superiores, con volúmenes más recortados y ligeros. Esta estrategia disminuye la escala del edificio y mejora su integración en el entorno residencial.
Los vuelos metálicos que recorren las fachadas del edificio, además de integrar la gasolinera, tienen otra importante misión: son eficientes protecciones solares de las ventanas en la fachada sur, mientras en la fachada norte, junto a las barandillas continuas de vidrio, ayudan a protegerse de la populosa avenida.
En el interior de las viviendas, los espacios amplios, la luz y la ventilación natural, son un lujo objetivo y ahora más apreciado tras la crisis sanitaria. La poderosa musculatura original del edificio que permite esta amplitud espacial, no se intenta ocultar entre las tabiquerías, sino que se pone en valor dejando los pilares exentos y desnudos en la mayoría de las estancias.
Por otro lado, debido a la gran profundidad del espacio original pensado para oficinas, era necesario una estrategia más apropiada al uso de viviendas que permitiera un mayor contacto con el ambiente exterior. De esta forma aumentaría el confort y la calidad ambiental de las viviendas, mejorando a la vez su eficiencia energética. La apertura de estratégicos nuevos patios mediterráneos fue una solución óptima y una de las claves del proyecto. Estos patios permiten iluminar y ventilar naturalmente las viviendas, haciendo la profundidad del edificio más habitable e interesante. Los salones se abren a la vez a las fachadas y al patio, al que dan también las cocinas. Las plantas de los tipos no se colocan simétricamente, sino seriados para que, en cada planta, las viviendas tengan una visión más privada del patio.
Estos patios se diseñaron con especial cuidado, desde el conocimiento de la estructura original, para que no afectaran en absoluto a la servidumbre estructural de la marquesina de la gasolinera antes mencionada. Por ello, en la tercera planta, se dejan pasar las vigas cruzando los patios para asegurar la trasmisión de las tracciones del voladizo de la gasolinera a lo largo de todo el forjado.
Pero, además, estos patios permiten iluminar y ventilar naturalmente el profundo corredor central. Este largo corredor permite mantener como núcleos verticales los dos únicos del edificio original construidos en hormigón estructural. De esta manera se aprovecha mejor lo existente, simplificando la ejecución, ahorrando materiales y energía de construcción y, por tanto, haciendo más sostenible y económicamente viable la intervención. Su longitud se ve mitigada por la luz de los patios y el trazado zigzagueante entre ellos respondiendo a su presencia. El ensanchamiento y estrechamiento del corredor terminan de crear un ritmo que anima el recorrido.
Desde sus amplias terrazas y especialmente desde su cubierta, se disfrutan espectaculares vistas de la ciudad, algo que se ha demostrado necesario tras la crisis sanitaria de este 2020. En esta cubierta, se desarrolla un programa de amplias terrazas privativas y zonas comunes con piscinas e integración de la vegetación.
El resultado final es un edificio eficiente, con Calificación Energética “A”, pensado para que el usuario disfrute del lujo de la arquitectura contemporánea de calidad y que representa una contribución optimista al paisaje de la ciudad. Espacialidad, habitabilidad y sostenibilidad han sido los ejes que definen este proyecto e indican el camino tras la crisis sanitaria del 2020.